Estoy de acuerdo en que cada persona tiene una perspectiva diferente de la vida, soy consciente de la magnitud que para alguien puede tener algo tan insignificante, y por otro lado, como algo tan grande, puede no significar nada para otra persona. La vida es un valioso regalo que Dios nos ofrece, para algunos puede ser una carga, para muchos otros, una bendición, y para algunos cuantos, un viaje. Todo depende de la manera en que decidamos vivir, podemos ver a la vida como una oportunidad maravillosa de triunfar, de brillar, de lograr cosas increíbles... o podemos pensar que la vida es una maldición que tenemos que llevar sobre nuestros hombros, que es una pérdida de tiempo, que simple y sencillamente, no vale la pena. Ambas son razones totalmente opuestas, pero ciertas, y que en algún momento, por lo menos yo, me he planteado. No es que las dos sean correctas, o que una sea más correcta que la otra, no. Para mi punto de vista, es más bien que como personas, tenemos todo el derecho de elegir lo que más nos guste, nos parezca y nos plazca. Así de sencillo. No podemos juzgar sin saber, sin conocer, y es por eso que debemos de respetar las decisiones de los demás, uno puede tener unas ganas tremendas de enfrentarse a la vida, de querer luchar por lo que quiere hasta el cansancio, con tal de conseguirlo, pero puede que uno no, puede que quiera dejarse caer, no porque crea que no puede, sino porque las circunstancias lo ameritan, porque las cosas que uno ha vivido no le son favorables, porque ya no quiere, ni puede hacerse cargo de su vida misma.
Yo no creo que la felicidad sea lo mejor que uno puede conseguir en la vida, es cierto que es algo valioso e indispensable para una persona, para poder tener ánimos y fuerzas de seguir, para tener un motivo por el cuál sacrificarse día con día, necesitamos de la fe, de la creencia, sin ésto, nuestra vida no funciona, y es ahí cuando tiramos todo por la borda y decidimos dejarnos caer, hundirnos hasta el fondo más profundo y oscuro, sin esperanza, sin fe, sin ilusión y sin nada a qué aferrarse, en nada que creer.
Es curioso, como muchas veces valoramos más otras cosas que no deberían tener un valor significativo para nosotros, sin embargo, somos tan materialistas y con tan poco corazón, que pareciera que vale muchos más tener una buena casa que una buena comunicación y relación con los que viven en ella, es tan deprimente ver como pasan los días, las semanas, los meses, los años, y cada vez hay menos felicidad. El mundo se queda seco, se queda con brillantes mentes, llenas de poderosos descubrimientos, de grandes héroes, rescatando vidas, pero también están esas personas que no tienen un hogar, que se mueren de hambre, que son pobres de corazón, de fe, ésas personas que idealizan al dinero, que lo ven como su máxima autoridad, porque lo prefieren por sobre cualquier cosa, lo siguen a dónde sea que vaya, lo persiguen, lo acechan, lo buscan, y no se rinden hasta que lo encuentran, y eso sí, no importa el modo ni la manera en que haya llegado ese dinero a sus manos, no, para nada, lo que importa e interesa es cómo se va, en qué lo gastas, cómo lo disfrutas cuando lo tienes y a los pocos días ya no hay nada. Es algo tan estúpido, el maldito dinero se va, pero tu vida no tiene porque irse con el... no sé cómo es posible que tantos se peleen por el, el dinero es una de las cosas que más odio, porque no lo tengo, porque vuelve locos a los demás, porque hace que la gente haga cosas tan tristes, sucias e imperdonables. Para mí, el dinero no debería existir. No se me hace justo. Unos trabajan tan duro para conseguirlo honradamente, y otros a base de trampa, de engaños, de juegos chuecos, lo tienen en la palma de su mano al tan sólo sonar una campana, me parece tan injusto la forma en que la vida premia a los que menos se lo merecen, pero como me he dicho a mí misma: "La vida es justa con sus injusticias e injusta con sus justicias". No encuentro un modo mejor de explicarlo, así lo veo y lo siento yo.
La vida es más que dinero, es más que algo material, es más que la felicidad, es más que la dicha, que el gozo, es más que las sonrisas, es más que la tristeza, más que la pena, que la agonía, que el dolor y el sufrimiento, es más que el cielo, más que el infierno, más que el pecado y mucho más que la gloria. La vida se concentra en pequeños instantes, en cosas que tal vez pueden parecer insignificantes. La vida se resume en los abrazos, las risas, los besos, las caricias, las palabras sinceras y bonitas, el poder ver las nubes, contar las estrellas, apreciar a la preciosa Luna, poder conectarse con el Sol, cantar, bailar, leer poesía, amar sin condiciones, amar sin límites, amar con el corazón, amar por amor. Los placeres más bonitos de la vida son los que, desafortunadamente, menos valoramos. La vida me encanta, la vida me fascina, para mí es un honor enorme poder estar aquí, pensando, escribiendo, transmitiendo. Es un detalle tan bonito de parte de Dios. Y voy a aprovecharlo. Quiero poder hacerlo, y voy a luchar por ello.